Saturday, January 13, 2007


TODO ES EVENTUAL

Caminé desde la fábrica donde trabajo lunes a viernes. Era la noche, estrellas brillaban en el cielo. No me importaba el frío ni los 5 kilómetros de distancia porque sentía abrumado por las horas de trabajo y sentía la necesidad de alejarme de las voces ajenas para escuchar a la mía. A medida que andaba hacia al centro del pueblo pensaba en tomar una cerveza en el bar Jack of the Wood, escuchar música ahí y tal vez comer un bocadillo. No le molestaría a la mujer si llegara tarde porque siempre llego a casa tarde por la noche.

Atravesé el centro y me encontré frente a un vaso de una espesa cerveza color marrón se llama Guinness que se me acordaba de los años cuando trabajé de submarino viviendo en Escócia e Inglaterra y New Jersey. Cuando no 400 metros por debajo del mar me solía sentarme en un bar - cualquier bar no me importaba - con Guinness y un buen libro de poesía - Theodore Roethke, Anne Sexton, Richard Wilbur, Jack Kerouac - mientras las charlas correaban en el trasfondo del lugar.

Saqué de la bolsa la novela de Kundera y empecé a leer en la luz oscura, lentes bifocales puestas y un plato de nachos frente a mi. Que dulce la vida de un obrero a quien se ha deparado todo lo que se pudiera querer y con solo 2 kilómetros más para caminar a llegarse a su hogar. Nada más que esto debería querer nadie.

De repente suena el teléfono celular. Es la mujer preguntándose donde estoy. Le cuento todo pero no hay mucho por contar después de tantos años casados, no hay nada nuevo bajo el sol, le cuento a ella de cómo fue el día y que estoy en un bar y vengo en seguida. Saludamos de manera acostumbrada a las parejas viejas, te amo a ti también digo, y colgamos.

Salgo del bar rumbo norte al vecindario mio a donde vivimos ya más de 20 años, la única cosa que sí se cambia es la ruta.